Aquí os dejo unos cuantos
textos en los que la salud o la biotecnología están contadas en formato
literario ( relato, microrrelato , crónica...) por si os sirven para inspiraros para
el concurso de Ciencia en ficción. Ya veréis que los hay de todos los estilos (
divertidos, tristes, simbólicos, realistas, fantásticos…)
Para empezar unos cuantos
microrrelatos, cortitos y contundentes (los últimos de cosecha propia, ya me
perdonaréis la vanidad) :
DESENCUENTRO
( Sara Lew)
Pasó cincuenta años en una
cápsula de criogenia aguardando a que la clonación de su amada fuese viable.
Cuando lo reanimaron ella se encontraba en la misma sala. Sin embargo la felicidad
de él chocó con la hermética frialdad de la joven que, criogenizada, esperaba
una futura implantación de recuerdos en los clonados.
El secreto de
Victoria: la dieta del doctor Wilt Montoya ( Mel Nebrea)
Victoria iba a morir, y con
ella sus 132 kilopótamos y las burlas de todos sus conocidos. Renacería como
Vicky, en una talla XL que la mimetizase con el resto de fauna urbana.
El doctor Montoya estudia los
análisis de sangre, palpa michelín y aprieta lorza. Al final entrega, por 350
euros, la dieta a seguir el próximo mes; además de pasear un par de horas al
día y mantener sexo con regularidad. ¡Qué más le gustaría a ella! El doctor
sonríe cómplice y le recomienda una tienda.
“Sex shop Montoya, la tienda
de las …” allí adquiere un modelo a pilas que resultará ser su único consuelo
tras treinta días a base de fruta, verduritas hervidas y pollo a la plancha.
Incluso ha llegado a salivar pensando en la zanahoria cruda de media mañana.
El doctor arquea las cejas al
comprobar que la báscula marca cinco kilos más. Ella insiste en que ha seguido
la dieta a rajatabla, incluso cuando no podía acabarse las 203 galletas de la
merienda.
¡Qué bochorno descubrir que
eran 2 ó 3 galletas! En fin, el mes que viene lo conseguirá. Sale de la
consulta y se encamina al super: debe comprar más pilas.
Trillizos
( Jesús Esnaola)
La enfermera me indica que puedo
pasar a ver los gemelos. ¿ Gemelos? Si mi mujer esperaba trillizos, grito
víctima de los nervios. La enfermera se queda desconcertada y e explica que mi
mujer ha parido gemelos y yo la amenazo con poner el hospital patas arriba
hasta que encuentre al tercero. Sin duda han debido de perderlo, banda de
inútiles, vi sus cabezas en la ecografía. Entro en la habitación de mi mujer y
la encuentro tranquila, tal vez un poco atontada por la anestesia, a ver cómo
se lo explico yo ahora. Tiene en sus brazos a uno de los pequeños y sonríe.
Coge al otro, me dice, y yo lo hago, me inclino sobre la cuna y abrazo al otro
gemelo, sujetando con cuidado sus dos cabecitas.
Respiro aliviado.
Llueve
( Isabel Gonzalez)
…o lo que es lo mismo, el
gotero todavía gotea. O lo que es igual , ellos han llorado esta tarde fuera de
la habitación, han entrado en mi cuarto, han comprobado las sondas , han traído
botellines de agua mineral , me han dado un beso húmedo en la frente y se han
largado a llover en la sala de espera. En el páramo seco al otro lado de la
puerta. Allí solo hay tormenta a ratos. Aquí dentro nunca deja de llover. O lo
que es lo mismo, me inyectan algo cada cuatro horas y , cada ocho me extraen
sangre. Se la llevan fuera. Mi sangre por un lado y yo por otro. Alcohol, agua
oxigenada y esa enfermera demasiado joven que me limpia el culo. Estoy boca
abajo. Mete la esponja en la jofaina y la escurre al sacarla. Sonido de madre
con fregona. De padre limpiando el coche en el lavadero de un río. De todo lo
pasado de moda que siempre es la infancia. Llueve. O lo que es lo mismo, aquí han
envasado la lluvia y , allí fuera, los coches derrapan a veces sobre los
charcos.
Células
vengativas ( Elena Casero)
Somos un puñado de células que
se multiplican, crecen, se desarrollan y se convierten en seres humanos con
distintas apariencias. En determinados casos, esas mismas células se duplican
produciendo humanos idénticos: el mismo color de ojos, la misma tonalidad de
cabello los mismos andares, y en contadas ocasiones-les aseguro que mínimas-la
genética se comporta de manera caprichosa y reproduce las mismas huellas
digitales.
Sentado cerca del mar miro el
horizonte inmóvil, aplacado por la luna, inmenso, luminoso, y me acuerdo de mi
hermano. Recuerdo nuestra infancia y sus travesuras, de las que me hacían
responsable; de sus fechorías, por las que yo pagué con cárcel, mientras él…
Le recuerdo en el momento en
que mis huellas -las suyas- fueron halladas en el escenario del crimen, el
maltrecho cuerpo de su novia, el instante en que cayó en su propio infierno.
Veo a través de sus ojos el infinito del tiempo, de su tiempo, carente de
horizonte, y saboreo con intensidad la sabiduría de la naturaleza.
La reina sorda (
Sara Lew)
Acuclilladas laboriosamente a
sus pies, las costureras cuchichean entre ellas mientras le arreglan los bajos
del vestido. Comentan despreocupadas cómo el rey la engaña con cualquier falda
que se aviente a su paso, y añaden, entre risas cómplices, que razones no le
faltan al monarca con semejante espantajo de esposa. La reina las observa,
inmutable. Cuando su traje luce al fin prolijamente acabado, llama mediante
señas a los guardias y, con gesto afásico, sentencia a las insolentes
llevándose la mano recta al cuello a modo de sierra.
Abril
( Beatriz Alonso)
Me senté en la última fila del
autobús, suplicando baches. En nuestra ansiada excursión escolar, mis
compañeras se regocijaban en sus asientos, piropeando al conductor. La
profesora decía que la primavera no tenía remedio. Unos días antes yo había
hecho el amor por primera vez. Sin precauciones.
El olfateador ( Beatriz Alonso)
Por ejemplo, averiguar quién
era la mujer que me estaba anudando la corbata fue uno de mis primeros éxitos
como olfateador. Tenía los ojos vendados y toda la oficina mirándome. En
seguida supe que era la administrativa. Después otra mujer pasó sus dedos por
mi pelo y adiviné que era la documentalista. Tampoco fallé cuando el diseñador
gráfico me sacudió la caspa de los hombros. Al regresar a mi mesa de trabajo la
recepcionista, a modo de despedida, me tocó la punta de la nariz, lo cual
desencadenó en mí una terrible convulsión. Desde entonces cuando llego a
trabajar entro con un pañuelo en la nariz. Creen que es alergia, pero es amor.
El niño que se comía las palabras ( Manu Espada)
A algunas personas les trasplantan
los pulmones. A otras les realizan un trasplante de corazón o de córnea, pero
siempre tiene que morir alguien. Mi caso fue distinto. Cuando era pequeño no
podía hablar, al menos no como el resto de los niños. Cada sílaba requería el
mayor de mis esfuerzos. Sin embargo, mi padre se ganaba la vida con las
palabras. Paradójico. Aún recuerdo el domingo que llegó con una máquina de
escribir antigua.Yo entré en su despacho mientras él ponía la vieja Olivetti cobre
la mesa. Colocó un trozo de papel cebolla en el rodillo, me cogió el dedo
índice y escribimos mi nombre. Mi padre lo recortó con unas tijeras, lo hizo
una bolita y me dijo: “Rica”. En cuanto el papel rodó por la garganta dije mi
nombre en voz alta. Desde ese día mi padre no pudo volver a pronunciarlo. Luego
vinieron muchas palabras más. Mi padre me cogía el dedo, me susurraba cosas al
oído, las tecleábamos y luego me metía las palabras en la boca. El nunca más
volvía a usarlas. Primero se quedó sin sustantivos, luego sin verbos, más tarde
me pasó los adjetivos, los artículos, las preposiciones, hasta que me trasplantó
todas las palabras del mundo. Hasta que se quedó mudo.
PRIMER
PLATO ( Patricia Esteban Erlés)
Poco después llegó la muerte.
Todos la vimos trepar por tu pelo, pero bajamos los ojos y seguimos comiendo.
Rezando en voz baja para que se conformara contigo.
La selva de los
tecnicismos (Fernando A. Navarro)
Los médicos, cuando a un niño
le pica algo, decimos que sufre de prurito. Cuando le duele la tripa y no
encontramos la causa que lo está motivando, hablamos de dolor abdominal
funcional.
Si su cifra de leucocitos está
por debajo de un límite muy concreto, le decimos a la mamá que padece
leucopenia, pero ese es un nombre muy triste, porque recuerda a otras voces
dignas de lástima, como penar o pena.
Y cuando todo está perfecto,
en vez de decir que el chico simplemente está bien, le ponemos la etiqueta
impoluta de «niño sano», que es como decir «ropa limpia» o «cajón ordenado».
En la selva de los
tecnicismos, unos son más extravagantes que otros; por ejemplo, si a tu hijo le
cae drásticamente la tensión arterial, decimos que se ha chocado, como si fuera
un tráiler en un día de niebla.
Hemisferios
Hemisferios
Aquella fatídica noche la yaya Martina perdió a
la mitad de su marido.
Desde entonces él canta pero no habla, copia pero
no escribe. Juega al parchís pero no a los bolos. Sonríe dibujando una
asimétrica media luna.
La yaya
sabe que él solo la ve si se acerca por la izquierda. Desde ese lado le habla,
en una conversación en la que ella inventa y pone voz a la otra mitad. Ya no
discuten, solo se miran y se interpretan,
como si buscaran salir de un laberinto.
Ella se empeña en compensar esta extraña
partición: ahora le quiere el doble que antes. También está el doble de
cansada. Nunca imaginó que se pudiera morir a plazos.
Ya está empezando a habituarse a este nuevo
marido manso y silencioso, a esa línea imaginaria que divide su cuerpo en dos,
dejando una garra a un lado y una mano al otro, a ese movimiento infinito de
ida y vuelta de la cama al comedor en la silla de ruedas.
Contempla los radios de las enormes ruedas que
giran como un interrogante a lo largo del pasillo.
No
entiende, pero acepta. Como cada vez que la vida le dio una noticia inesperada
ADN
Lo sorprendente no es que no
fuera hijo de quienes lo criaron. Ni que la causa de su muerte no sea una
conspiración asesina, sino una vulgar infección.
No me impresiona saber qué
comió la última vez, ni qué enfermedades hubiera tenido de viejo. Ninguna
objeción al incesto, tengo la piel muy gruesa con tanta serie policíaca. Liarse
con su hermanastra explica la prematura muerte de sus hijos, el clásico castigo
bíblico por no respetar las normas.
Lo único que me deja
totalmente desolado es que el pobre Tutankamon no pudiera llevarse ni un solo
secreto a su escondidísimo sarcófago.
Domingo en el zoo
La visita anual al Zoo fue,
como siempre, agotadora. Y un poco deprimente, la verdad. Los niños la
disfrutaron, claro, corriendo de aquí para allá, riéndose de lo que hacían los
macacos, esquivando pavos reales albinos, subiendo al trenecito…
Reconozco que con las nuevas
instalaciones todo tiene un aire más aséptico, más moderno. Hasta los delfines
lucen más lustrosos y disciplinados.
Solo las jaulas situadas al
fondo del parque conservan la antigua atmósfera decadente, ese tufo
característico de zoológicos y circos. Allí se guardan los animales más
antiguos, los olvidados, los que ya no están de moda. Un dientes de sable lleno
de sarna se mueve en círculos dentro de su jaula mientras unos dodos medio
desplumados deambulan picoteando restos de bolsas de patatas por afuera. Los
mamuts resoplan de calor en su charco hediondo y el último tigre de Tasmania
observa lo que queda del mundo con sus ojos amarillos.
Pero lo más impactante fue
volver al recinto de los primates. En la última jaula, agarrado a los barrotes,
un desdentado Neanderthal me miraba fijamente. Como si me reconociera. Como si
quisiera decirme algo. Esa imagen me persigue como una culpa. Maldigo el momento
en el que se permitió a las empresas privadas jugar a ser dioses con la
biotecnología.
Liberación
A esas alturas yo solo quería
irme a mi casa. El médico y las enfermeras me tranquilizaban en tono
profesional, pero en cuanto se daban la vuelta yo intuía gestos más sinceros.
Luego de repente salían de la sala. Al volver me decían que enseguida lo iban a
solucionar.
Llevaba más de media hora
atrapada cuando me anunciaron la inminente llegada del mecánico. No podía
pensar en nada más deseable que un hombre con una caja de herramientas. Por
suerte las dos piezas de la -llamémosle así- pinza no estaban, en el momento de
quedarse atascada, a la máxima presión pero sí a la suficiente como para que no
me pudiera separar. Imposible marcharme a no ser que me llevara el aparato a
cuestas, así que me pareció mejor continuar como estaba: medio desnuda y
dibujando una prodigiosa contorsión con mi cuerpo enganchado a una máquina de
hacer mamografías.
Cincuenta minutos después de
la entrada a esa cámara de torturas, era por fin liberada. Jamás me había
sentido tan ligera. No me importó en absoluto que aun tuviera que someterme a
la ecografía y a la dolorosa punción para vaciar el líquido de mis tetas
fibroquísticas. Si me sentía con fuerzas, me dijeron. Como para esperar otro
año y medio, les dije.
Al salir, ni siquiera me
afectó -con lo sensible que yo soy- el aplauso de todas esas mujeres que
esperaban su turno mientras lucían esas sonrisas entre solidarias e histéricas.
Las pobres.
Al menos yo ya estaba fuera.
Las diosas de la guerra
Terminé de rasurar minuciosamente la superficie del cráneo. La madre salió del cuarto simulando una tos inesperada. Le coloqué y ajusté la peluca pelirroja con flequillo. Sedosa, natural, la acababa de cepillar.
Os copio el post de un amigo mío ( Miguel Ángel Malo) en facebook para recomendar un libro. Casi un relato, sin pretenderlo. Lo podríamos titular Medicina y literatura
Unos cuantos relatos y crónicas, algo más largos:
Las diosas de la guerra
Terminé de rasurar minuciosamente la superficie del cráneo. La madre salió del cuarto simulando una tos inesperada. Le coloqué y ajusté la peluca pelirroja con flequillo. Sedosa, natural, la acababa de cepillar.
La
joven, casi una niña, se miró al espejo con una alegría feroz, desesperada. Le
gustaba su nuevo aspecto. Afirmó, con
determinación adolescente, que nada ni nadie iba a impedirle salir aquella
noche. Aunque estuviera mareada, aunque tuviera que vomitar por los rincones.
Claro
que sí.
La
mamá, ya de vuelta, intentaba sonreír.
Me
esmeraba en conseguir los mejores efectos. Maquillé su palidez. Subrayé con
rímel sus pestañas ralas. La ayudé a enfundarse el vestido negro sobre su
escueta figura. Y le volví a colocar todos los piercings.
Estaba
radiante. Preciosa. Radioactiva.
Mientras bajaba las escaleras para despedirlas en la puerta de la peluquería, supe que aquella Nochevieja sería especial. La última y más intensa para esa bravísima diosa de la guerra. Para mí, la primera que pasaría en casa. Acurrucada en el sofá. Vencida, golpeada. Destilando toda mi tristeza. Descifrando la magnitud de un dolor que no era mío. Y sin dar explicaciones.
Mientras bajaba las escaleras para despedirlas en la puerta de la peluquería, supe que aquella Nochevieja sería especial. La última y más intensa para esa bravísima diosa de la guerra. Para mí, la primera que pasaría en casa. Acurrucada en el sofá. Vencida, golpeada. Destilando toda mi tristeza. Descifrando la magnitud de un dolor que no era mío. Y sin dar explicaciones.
En abril de 2016,
terminé sin pensar en una librería. Hasta aquí, nada raro. Era una de esas
librerías en las que todo está al alcance de la mano. Desde un lado del
expositor, un título me llamó la atención: “El grito del ave doméstica”, de
Maksim Ósipov. Un libro de cuentos. He dicho que el título me llamó la
atención. No por llamativo, sino por imposible. Las aves no gritan. Pían,
graznan, cacaraquean y hay algunas que hasta silban. Pero gritar, lo que se
dice gritar, no. Por eso, por imposible, me pareció que allí había un autor que
merecía la pena.
Previo pago, llevé
el libro a casa con el firme propósito de leerlo. Pero allí se quedó sobre la
mesa, junto al ordenador. El libro no lo sabía, pero tuve que irme al hospital.
Había que entrar en el quirófano, dejar que unos magos disfrazados de cardiólogos
me parasen el corazón para poder arreglarlo y volver a paso lento al día a día.
No recordé el libro
durante ese tiempo. Mi objetivo eran los ejercicios de respiración, llegar
caminando un día hasta el recodo del pasillo y al día siguiente hasta el final
de ese mismo pasillo. Y, todos los días, una charla con el cardiólogo. Me
escuchaba, me miraba, interpretaba mis gestos, lo que decía y lo que no decía.
Me informaba y, a veces, me aconsejaba. Al fin y antes de lo esperado, llegó el
momento de volver a casa y vi el libro junto al ordenador en la misma postura
en que lo había dejado unas semanas atrás.
El libro de Ósipov
aguardaba tranquilo, sin expectación, mi regreso. Con la parsimonia del
cardiópata, me lo llevé al salón. Al comenzar el primer cuento (“Moscú-Petrozavodsk”)
estaba la sorpresa. El protagonista era un médico. En el segundo cuento (“La
gitana”) ocurría lo mismo. En el tercero (“Piezas sobre un plano”), el
protagonista no sólo era médico, era cardiólogo. El cuarto (el que da título al
libro) transcurre en un hospital. Tan sólo el quinto (“Colonia minera
Eternidad”) sucede en un ámbito distinto, aunque el autor utiliza la técnica
del manuscrito encontrado, manuscrito que es el texto que un paciente deja ¡a
su médico!
Con un lenguaje tan
descoyuntado como la vida cotidiana rusa post-soviética, entré en los
hospitales, entendí cómo algunos suplen la falta de medios y otros se corrompen
dentro de esa misma escasez. Y con el cardiólogo de “Piezas sobre un plano”,
viajé de avión en avión para complementar ingresos. No voy a decir que lo leí
de un tirón. Mi cuerpo se cansaba. Pero sí que podía pensar cuando no estaba
leyendo. Rumiar lo leído. Esperar el momento futuro en que iba a retomar la
lectura.
Al terminar, me di
cuenta de cómo un médico puede ser un literato afilado y duro, con una
luminosidad tan fuerte que a veces hay que apartar los ojos.
¿Qué hace que un
médico pueda ser un buen escritor? Lo fácil sería decir que es su cercanía a la
muerte. Eso, en el mundo de hoy, es raro; a pesar de la violencia que a veces
nos llega a raudales a través de imágenes, pocos ven morir directamente a más
de un par de personas en toda su vida y todas ellas suelen ser familiares
directos. El padre, la madre, un hermano, un amigo. En casos más terribles, un
hijo. Pero no es eso. Tampoco es que pueden ver el miedo a la muerte en los
ojos de los vivos, de algunos sus pacientes.
No es la muerte,
sino las confesiones de sus pacientes. En la consulta de los médicos nos
desnudamos y no sólo físicamente. Nos palpan y miran nuestra piel como un
explorador estudia los mapas. Para darle información a los médicos y que nos
puedan curar, hay que contarles lo que hemos hecho y dejado de hacer. Mucho de
lo que se les cuenta es mentira o, al menos, una simulación. Ellos lo saben,
claro, pero la verdad acaba saliendo a la luz por una pregunta certera cuya
respuesta el paciente desconoce, pero que el médico adivina por anticipado.
Cuando un médico también es escritor, es una bendición para los lectores.
Y por último un par de enlaces con textos muy interesantes:
En este un padre cuenta su reacción cuando recibe la noticia de que su hijo recién nacido tiene síndrome de Down y necesita una operación de corazón urgentemente A corazón abierto , de Francisco Rodríguez Criado, fragmento de su libro El diario Down
Y un relato corto de Horacio Quiroga El almohadón de plumas, con un toque de terror fantástico.
PD: Si alguien está interesad@ en escribir algo relacionado con la biotecnología, podéis mirar un adelanto del tema en una entrada del blog que usé el año pasado en otro instituto para trabajar esta parte de la biología, clickando AQUÍ
Carlos Tarré Villanueva, Primero C
ResponderEliminarEl alzheimer es una enfermedad adquirida y, en parte, genética. Más de 46 millones de personas sufren esta enfermedad. Se ha visto que las mujeres tienen más riesgo de padecerlo.
En las regiones subdesenvolupadas hay un número muy reducido de personas que lo padecen ya que no alzanzan la edad de vida para desarrollar el alzheimer.
El alzheimer se considera una de las epidemias más destacadas del siglo XXI debido a la cantidad de personas a las que afecta y se estima que la incidencia será mayor en los próximos años.
El factor de riesgo más elevado del alzheimer es la edad, cuanta más edad hay más probabilidades de padecer alzheimer. Casi un tercio de las personas mayores de 85 años tienen la enfermedad.
Otro factor a tener en cuenta es la historia familiar. Aquellas personas que tienen un padre, una madre, un hermano o una hermana con alzheimer duplican o triplican sus posibilidades de tener alzheimer. Es decir, el riesgo aumenta cuantos más miembros de la familia presentan la enfermedad.
El último factor son las lesiones de cabeza serias, el alzheimer y estas lesiones se relacionan.
Los síntomas del alzheimer son:
• Los cambios en la personalidad del individuo
•El deterioro en la capacidad de movimiento o al caminar
•La dificultad para comunicarse con otras personas.
•El bajo nivel de nergía en el organiusmo.
• La pérdida de memoria
•Los cambios de estado de ánimo
•Los problemas de atención y orientación
El alzheimer afecta principalmente al cerebro.
La enfermedad con la que se confunde el alzheimer es la hidrocefalia de presión normal dado que sus síntomas son similares a los del alzheimer.
A pesar de que esta enfermedad no tiene cura al día de hoy, si que podemos tomar medidas para prevenirlo. Hay 5 maneras de evitar el alzheimer:
• Eliminar el tabaco
• Cuidar la alimentación
• Cuidar el corazón
• Proteger nuestra cabeza
• Socializarse
Carlos Tarré Villanueva, Primero C (segunda parte)
ResponderEliminarDesde la Fundación Pasqual Maragall se impulsan campañas españolas para tratar el alzheimer adecuadamente.
En 2016 fundaron una campaña centrada en los efectos de la enfermedad, tanto en la persona afectada como en las personas más cercanas que la rodean, tiene el objetivo de dar conciencia acerca de la necesidad de seguir investigando para vencer la enfermedad. En 2016 también fundaron la campaña llamada losabuelosquequeremosser.org, protagonizada por la generación que vivirá 100 años. En esta campaña niños y adolescentes nos explican qué quieren hacer y cómo quieren ser cuando sean abuelos.
En 2015 Marc Márquez, campeón de moto GP y su abuelo protagonizaron una campaña para preservar la memoria y los vínculos que unen a abuelos y nietos.
En 2014 se fundó olvidos contra el alzheimer, esta campaña tiene el objetivo de recaudar fondos para la investigación científica de la enfermedad.
En 2013 se organizó un gran concierto para recaudar fondos dirigidos a los proyectos científicos para vencer al alzheimer.
En 2010, se organizó la exposición benéfica “Arte a conciencia” dodnde cuarenta y cinco artistas participaron con la donación de una de sus obras. Se recaudaron 108.324 euros. También en 2010, más de 45.000 espectadores miraron la película llamada “bicicleta, cuchara, manzana” que trata del alzheimer de Pasqual Maragall, galardonada al mejor documental de 2011.
Por último, la jornada 24 de la liga BBVA se centró en sensibilizar sobre la enfermedad y concienciar sobre la necesidad de invertir en esta investigación. En este proyecto actuaron la Fundación FC Barcelona, la Fundación Real Club Deportivo Español y la Fundación Pasqual Maragall.
En la actualidad, no existe una cura para la enfermedad de alzheimer. No obstante, existen medicamentos que pueden ayudar a controlar o retrasar sus síntomas durante algún tiempo, especialmente en las primeras etapas de la enfermedad. Algunos tratamientos ayudan a controlar la agitación, la depresión o los síntomas psicóticos (alucinaciones o delirios) que pueden ocurrir cuando la enfermedad avanza progresivamente. Los tratamientos comunes incluyen inhibidores de la colinesterasa, inhibidores de glutamato, la combinación de medicamentos y la intervención no médica. Eso sí, se ha de consultar a un médico antes de tomar cualquier medicamento.
Esta enfermedad representa entre un 60% y un 70% de los casos de demencia. Su tratamiento se basa en mejorar la calidad de vida del enfermo y retrasar el progreso de la enfermedad mediante tratamientos farmacológicos como los inhibidores de la acetilcolinesterasa y no farmacológicos como la práctica de actividades físicas e intelectuales estimulantes para mejorar la capacidad de retención. Sin embargo, los tratamientos actuales no integran al cuidador.
En conclusión, el alzheimer es una enfermedad que se ha de tener en cuenta ya que no hay una cura para combatirlo y es muy abundante y cada vez lo será más.
Carlos Tarré Villanueva, Primero C
ResponderEliminarLA CONSEQÜÈNCIA
Aquest és Pere, un home de 50 anys que dirigeix el Granada. És pare de dos fills, Gerard de 19 anys i Joana de dos anys més. Està casat amb Ana amb la que es va enamorar als 18 anys.
Quan Pere va contemplar que el marcador final el desfavoreixia va donar-se de que la seva situación era molt greu per a ell i la seva família. Al arribar a casa li va dir a Gerard que es reunís amb Joana i Ana al menjador mentre ella nava a buscar un caset. Quan ja van ser reunits va posar el caset, on tenia grabat el seu partit, a la ranura de la televisió per analitzar-lo. En aquest partit perd contra l’últim equip de la classificatòria, Las Palmas, i es juga el descens a falta de 3 punts i un únic partit. Acaben de veure el partit i la conclusió de Pere és els seus jugadors n o van seguir la seva táctica i això provoca la derrota de tot l’equip.
Demà és el partit més important i decisiu de Pere. Avui toca entrenar i decidir quina táctica utilizar. Pere decideix jugar tancats enrere i jugar al contraatac amb una formació de 4 defenses, 5 migcampistes i un davanter. Arriba a casa i ho diu tot a la seva familia.
És el dia i l’àrbitre fa pitar el xiulet per indicar l’inici del partit. Pere viu cada minut del partit com si el jugués i fos la final de la Champions. Pere sent que els seus jugadors no segueixen la tàctica assajada això el preocupa. A la mitja hora de partit el seu equip marca un gol però Pere segueix patint. Als tres quarts d’hora de partit, marca Las Palmas i això desespera a Pere ja que indica el seu descens. Al descans, Pere deixa clar al seu equip que han de seguir amb la tàctica i que no han de perdre la confiança. L’àrbitre pita l’inici de la segona part, es masca la tensió en tot l’estadi però sobretot en Pere. L’entrenador es desespera perquè el seu equip no fa el que es degut i al minut noranta reventa una ampolla d’aigua contra la jespa. Acaba el partit amb un empat i això indica que La Granada descendrà.
Al dia després, Pere es acomiadat com a entrenador i a partir d’aquest momento Pere no és el mateix i la seva familia ho sap. Ha passat un mes i Pere ja no es comunica perquè no és capaç de pronunciar tres paraules seguides, es dorm a l’hora de sopar i quan es desperta es cau fins 3 cops. La seva familia el porta a l’hospital on diagnostiquen alzheimer a Pere com el que va tindre el seus pare i avi.
Pere mai més va dirigir un equip de futbol i tampoc va aconseguir un treball. Per cuidar a la familia, Ana va agafar treball com a cambrera en un restaurant de menjar ràpid.
Ningú de l’estadi i espectador d’aquell partit tan polèmic, sap perquè La Granada no va poder guanyar a Las Palmas. Degut al cas de Pere, la seva família i els lectors d’aquest relat, sabem que van empatar ja que l’equip no va seguir la táctica de Pere. Sabem que Pere va assajar una táctica i al partit es va oblidar d’ella ja que són conseqüències del alzheimer.
PODÉIS LLAMARME PEPE
ResponderEliminarDía 1
Me llamo José, pero podéis llamarme Pepe. Tengo 62 años y me han diagnosticado un cáncer de pulmón. No tengo mucha idea de medicina pero, todos los médicos me miran con cara de pena. Lo único que me han dicho es que el fumar cigarrillos causa la mayoría de los cánceres de pulmón, y que existen muchos tipos de cáncer de pulmón, cada uno de ellos crece y se disemina de un modo distinto y se trata de una forma diferente. No tengo ni idea de cómo van a tratar mi caso, pero a medida que pase el tiempo os iré informando de cómo va avanzando.
Día 2
La verdad que me encuentro igual que ayer, lo único que ha cambiado es que me han dicho que en mi tratamiento incluirán la quimioterapia. Espero poder escribir todo lo que me vaya pasando, pero el médico me ha dicho que cada vez estaré mas cansado, y no sé hasta qué punto podré aguantar.
Día 3
Hace dos semanas que no escribo nada en mi diario, pero en teoría este es el tercer día que he escrito. Creo que esto empeora, porque tengo la tos con sangre y no me desaparece, me cuesta mucho respirar y he perdido el apetito.
Día 4
Soy el nieto de Pepe y me ha dicho que ya no podrá escribir más en su diario, así que ahora os informaré yo.
Día 5
Esto cada vez va a peor y mi abuelo está cada vez más delgado, tengo mucho miedo y espero que se recupere pronto…
Día 6
Mi abuelo me ha dicho que va a morir y que lo escriba en su diario, pero me ha dicho que no se lo diga a nadie de la familia.
No paro ni un minuto de pensar en él ya que ni se le reconoce al hablar ni al verlo.
Día 7
Descansa en paz.
ALEX AGUILAR CASTRO
1ro C
IMPRESIONANTE
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ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAparezco un momento en escena para deciros que intentéis subir los relatos en la entrada que se titula "La salud y la enfermedad a través del cine y la literatura" para que esten todos centralizados allí. Y la ficha en la que pone"Ficha técnica para..." Que siga la fiesta!
ResponderEliminarMe sorprendió mucho una película que vi la cual iba de una madre que tenia una hija, la madre estaba separada y su marido tenia una novia, en principio las dos no se podian ni ver, pero cuando ella descubre que tiene cáncer, intenta hacerse muy amiga de la novia de su marido, porque sabia que iba a ser la futura madre de su hija, en esta pelicula se ve como la mujer se va apagando poco a poco hasta el día que muere. En resumidas cuentas, es una enfermedad en la cual aun no se ha podido descubrir la cura y va apagando a las personas poco a poco.
ResponderEliminarSalvador Ladevesa 1 Bachi A
POSITIU
ResponderEliminarEl resultat havia donat positiu.
A patir d'aquell instant, la meva vida va canviar. Vaig començar a evitar el contacte físic sobretot amb les persones que m'importaven. Vaig començar a ser una persona reservada, em vaig allunyar de tothom. Em sentia portadora de la mort. No sabia com explicar-ho, no sabia com fer-ho, perquè parlar d'aquell tema era un tabú.
El resultat havia donat positiu, tenia el VIH i no el patia jo, però el portava a la sang. I em sentia culpable.
Anna Pichel Canals, 1 Batx B