Uno de los descubrimientos más
importantes de la astronomía fue que las estrellas y la Tierra, en gran medida,
constan de la misma materia. Todo empezó -como tantas cuestiones de la ciencia
moderna- con Isaac Newton. En 1665, Newton , a la sazón un joven científico ,
hizo pasar un rayo de sol-obtenido al dejar a oscuras la habitación, salvo por
un pequeño agujero dejado en el postigo de la ventana- a través de un prisma, y de esta forma vio que
el rayo de sol se dispersaba dando origen a los consabidos rayos del arco iris.
Concluyó que la luz blanca del sol contenía todos estos colores, y estaba en lo
cierto.
Ciento cincuenta años después,
otro científico examinó con más cuidado la luz así dispersada y descubrió bandas
oscuras entre los colores; coligió que se debían a la existencia de materiales
en la atmósfera exterior del Sol, que estaban absorbiendo luz de ciertos
colores ( o longitudes de onda). Estas “líneas de absorción”, como se les dio
en llamar, pudieron identificarse con longitudes de onda luminosas que, según
se comprobó, eran absorbidas por materiales conocidos en la Tierra, como por
ejemplo hidrógeno, oxígeno, hierro, sodio y calcio.
En 1868, otro científico
observó dos nuevas líneas de absorción en la zona amarilla del espectro solar,
que no se correspondían con ningún elemento conocido en la Tierra. Decidió que
debía corresponderse con algún elemento nuevo que denominó helio. Una generación
más tarde se descubrió helio en la Tierra.
Examinar el espectro de
radiación que procede de otras estrellases una técnica científica relevante
para comprender la composición, temperatura y evolución de tales estrellas. A
partir de 1912, Slipher examinó los espectros luminosos procedentes de varias
nebulosas espirales y halló que eran similares a los de estrellas cercanas,
salvo por el hecho de que todas las líneas de absorción se desplazaban en una
misma cantidad de longitud de onda.
En aquel momento, es entedió
que el fenómeno se decía al conocido “efecto Doppler”, así llamado por el
físico austriaco Christian Doppler, que en 1842 había explicado que las ondas
que recibimos de una fuente en movimiento se alargarán si la fuente se aleja de
uno y se comprimirán si se acerca. Es una manifestación de un fenómeno del que
todos tenemos constancia: un pitido de tren, o una sirena de ambulancia suenan
más altos si el tren o la ambulancia se acerca a uno, y más bajos si se aleja.
Resulta que el mismo fenómeno
que afecta a las ondas sonoras afecta a las ondas luminosas , aunque sea por
razones ligeramente distintas. Las ondas de luz emitidas por una fuente de luz que
se aleja de uno se alargarán, y en consecuencia se verán más rojas de lo que se
verían en otro caso, porque el rojo es el extremo más largo de la longitud de
onda del espectro visible; las ondas procedentes de una fuente que se mueve
hacia ti, por el contrario, se comprimirán y se verán más azules.
En 1912, Shiper observó que
las líneas de absorción de la luz que procedían de todas las nebulosas
espirales se habían desplazado, sistemáticamente, hacia longitudes de onda más
largas. De ello concluyó, acertadamente, que la mayoría de estos objetos se
estaba alejando de nosotros y lo hacía a velocidades considerables.
Texto extraído de "Un universo de la nada" Lawrence M. Krauss
Dos preguntas que os planteo
yo a partir de este texto y de lo trabajado en clase:
1) ¿Qué
relación puede tener todo esto con la deducción de la existencia del Big bang?
2) Sabiendo la procedencia de los elementos de los
que estamos formados los seres vivos ¿Es cierto que somos “polvo de estrellas”, y
no solamente desde el punto de vista poético?, y ¿Qué relación tienen los agujeros negros que
se forman tras la explosión de una supernova con la teoría de la relatividad?